viernes, 29 de octubre de 2004

Espinita 008: Galletas redondas

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Sé que esta historia es una versión de una otra que leí alguna vez en alguna parte, adaptada a estos personajes y a este territorio. Creo, estoy casi seguro, de que es la única adaptación que he hecho hasta el momento. En general es una cuestión de principios para mí evitarlo: se abusa mucho de las versiones o adaptaciones de historias ajenas, las respeto pero alguien tiene que hacer historias más o menos nuevas en algún momento ¿no?. Este es el único caso que yo recuerde en que me he saltado mi propia norma, pero conscientemente, como imperfección, para recordarme dónde está el suelo. Lo que sí que no recuerdo (tampoco importa) es dónde leí la historia.

En cuanto a la técnica, después de algunos bocetos hice una versión a lápiz, y se la dejé a mi hija, de 5 años, para que la coloreara, para estimularla un poco. Hizo algunos disparates, pero hay que decir que usó algunos recursos gráficos sorprendentes, y aunque luego yo trabajé sobre su coloreado, que quedó irreconocible, aprendí de la experiencia.

Creo que mejor que yo, lo explica Orson Scott Card en El Juego de Ender:

—Necesito que seas ingenioso, Bean. Necesito que pienses soluciones para problemas que
todavía no hemos visto. Quiero que intentes cosas que nadie ha intentado porque sean
absolutamente estúpidas.
—¿Por qué yo?
—Porque aunque hay soldados mejores que tú en la escuadra Dragón, no muchos, pero
algunos, no hay nadie que piense mejor y más rápido que tú.
...
—¿Y qué pasa si no se me ocurre nada?
—Entonces estaba equivocado con respecto a ti.
Bean esbozó una sonrisa.
—No estás equivocado. Las luces se apagaron.
...
Pensó en media docena de ideas antes de dormirse. Ender estaría satisfecho; todas eran estúpidas.



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