Antes de empezar Espinita, durante un tiempo estuve planteándome otra serie de cómics, que trataba sobre los viajes de tres personajes: Musimori, Espada y Kek. No es el momento de hablar de eso, pero sí de recordar cómo un punto importante, antes incluso que las historias, fue crear una geografía de islas y unas rutas concretas que ellos seguirían en su barco. Y ese era el hilo conductor de los pocos guiones que hice y de los muchos que podría haber hecho. (Arriba, uno de los apuntes para esos mapas).
En Espinita, y después de aquella experiencia, lo primero, fundamental y casi único han sido las historias; la geografía me preocupa mucho casi como personaje y me encanta dibujarla, pero su precisión y coherencia, eso me importa poco. Todo es deliberadamente difuso: islas cambiantes, playas cuevas y barrancos imprecisos. Uno de mis referentes en eso, que quede claro, es el paisaje de Krazy Kat.
Esta historia parte de mi interés por los mapas, sobre todo por verlos en casa imaginando rutas; también tiene algo de una canción de Manolo García, en un disco que tituló Arena en los bolsillos y en la que hablaba de mapas y de perderse en ellos; hay un poco de astronomía, constelaciones y cielos nocturnos de verano, bolígrafo negro y lápiz.
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